Videojuegos: ciencia y conciencia

¿Son los serious games una herramienta comunicativa eficaz para generar conocimiento claro y reflexivo de la realidad?

La cifra de usuarios de videojuegos mundial supera los 3.000 millones de personas, lo que representa a cerca del 40% de la población mundial (DFC Intelligence, 2022), estos datos invitan a explorar las posibilidades de este medio como estrategia eficiente para la comunicación científica, destinada a favorecer un conocimiento claro, reflexivo y orientado a la acción y la transformación social para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

A finales de la década de los 60 Clark Abt se refería a los serious games como aquellos juegos con un “propósito educativo explicito y cuidadosamente planeado y que no están pensados únicamente para la diversión” (1987). Juegos diseñados con una finalidad “seria”, es decir, para formar, informar, educar, persuadir e incluso denunciar, si es que entretener no puede considerarse per se un propósito suficientemente “serio”.

En el ámbito digital, los denominados videojuegos serios han estado vinculados históricamente a la educación y a la formación, especialmente relacionada con sectores que entrañan un elevado riesgo derivado de la propia práctica profesional y en los que el entrenamiento en entornos simulados permite “aprender haciendo”. Sin embargo, los serious games también se revelan como estrategias eficaces para el trabajo de las denominadas soft skills, (Almeida y Buzady, 2022) y la concienciación sobre cuestiones de carácter social (Paredes-Otero, 2018), de ahí que sus áreas de aplicación se extiendan a la educación, la información, la política, la religión, la publicidad, la cultura o el activismo.

La Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de Entretenimiento, DEV, define los serious games de carácter informativos como aquellos que “pretenden transmitir un mensaje específico de manera educativa, informativa o persuasiva” (DEV, 2020). Esta definición de carácter amplio se podría reconsiderar como no excluyente en la comunicación científica a través de los videojuegos.

Es precisamente el factor persuasivo, en su sentido aristotélico, combinando autoridad, emoción y un argumento lógico, lo que puede convertir a este tipo de videojuegos en una herramienta comunicativa potencialmente eficaz para la transformación social (Martínez-Cano, et al, 2019).

Desarrollar serious games eficaces para la comunicación científica

El carácter  “serio” de la instrucción determina la necesidad de una cuidada planificación en su diseño (Gorbanev et al., 2018), pero su éxito depende del cuidado equilibrio entre esta y la diversión de la experiencia (Morales y San Cornelio, 2016).  Precisamente la especificación DIN SPEC 91380 identifica los elementos centrales sobre los que trabajar para alcanzar ese ansiado y complejo equilibrio.

Sin embargo, los datos muestran que en la actualidad la especialización en este sector es relativamente modesta frente a la producción destinada exclusivamente al entretenimiento. Solo el 22% de los estudios dedicados al desarrollo de videojuegos en España a se dedicaban a la producción de serious games en 2022 (DEV, 2022).

La finalidad de estos proyectos, en el ámbito de la comunicación científica, rara vez esta vinculada a un retorno económico inmediato, ya que es complicado que los jugadores paguen por este tipo de juegos, de ahí que su viabilidad esté condicionada a la existencia de financiación pública o privada.

Iniciativas como Planeta Debug,  en 2019, ponen de manifiesto las posibilidades de los videojuegos y la gamificación de contenidos para favorecer cambios sociales y crear conciencia ciudadana sobre el desafío del calentamiento global y la sostenibilidad.

Explicación del juego Nanodoctor, descargable en https://drive.google.com/file/d/1cMFKVOFO6kPz1ml-Q3F3V-QkHfLOTp6l/view?usp=sharing

Dentro de este tipo de acciones financiadas, destaca por su impacto, con más de 6 millones de jugadores, el videojuego  Mission 1.5, desarrollado en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), puesto en marcha en 2020, en el que se desafía a los jugadores a tomar decisiones correctas para limitar la temperatura del planeta 1,5 grados Celsius.

Juego Mission 1.5, disponible en https://www.mission1point5.org/game. Fuente: PNUD.

Por otra parte, la complejidad y especialización en su desarrollo requiere explorar alternativas y modelos de producción viables que permitan aprovechar el potencial para llegar a un número de usuarios.

En los últimos años, algunos eventos relacionados con la industria y el desarrollo de videojuegos han dedicado ediciones específicas al desarrollo de contenidos con una temática específica vinculada con la ciencia y la transformación social.

Stigma, videojuego ganador de la 4ª edición de la CITM Game Jam en 2021 por los ODS. Fuente: https://www.citm.upc.edu/blog/4a-edicion-febrero-2021/

En el marco de la iniciativa Playing For The Planet, en la que participan organizaciones privadas del sector de los videojuegos con el apoyo de las Naciones Unidas en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se celebra desde 2020 la Green Game Jam.

Supercell’s Hay Day videojuego ganador seleccionado por PNUMA en la Green Game Jam 2022. Fuente: https://playing4theplanet.org/participants/2022-Hay-Day

En este contexto, el fenómeno de las game jams, en sus diferentes formatos y especializaciones, se revela como un entorno para explorar estrategias de producción eficaces para desarrollar videojuegos con esta finalidad.

REFERENCIAS

Abt, C. C. (1987). Serious Games. University Press of America.

Almeida, F. y Buzady, Z. (2022). Development of soft skills competencies through the use of FLIGBY. Technology, Pedagogy and Education, 1-14. https://doi.org/10.1080/1475939X.2022.2058600

Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de Entretenimiento. (2020). LGames@360: guía para la aplicación de tecnologías, metodologías y mecánicas del videojuego a otras industrias. https://bit.ly/3TF6gfg

Gorbanev, I., Agudelo-Londoño, S., González, R. A., Cortes, A., Pomares, A., Delgadillo, V., Yepes, F. J. y Muñoz, Ó. (2018). A systematic review of serious games in medical education: quality of evidence and pedagogical strategy. Medical education online, 23(1), 1438718. https://doi.org/10.1080/10872981.2018.1438718

Martínez-Cano, F. J., Cifuentes-Albeza, R. y Nicolás, B. I. (2019). Videojuegos prosociales como espacio transicional lúdico para la paz: el caso de Reconstrucción. Revista Latina de Comunicación Social, 74, 1470-1487. http://dx.doi.org/10.4185/RLCS-2018-1394

Morales Moras, J. M. y San Cornelio Esquerdo, G. (2016). La jugabilidad educativa en los serious games. Artediez, 10, 1-23. https://bit.ly/3zlosnY

Paredes Otero, G. (2018). Los serious games como herramientas educo-informativas para el diseño de la conciencia social. En: Torres-Toukoumidis, A. y Romero-Rodríguez, L. M. (Eds.), Gamificación en Iberoamérica: experiencias desde la comunicación y la educación, (303-327). Universidad Politécnica Salesiana.

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El Sello Verde en la Producción Audiovisual Española: Compromiso con la Sostenibilidad

El Sello Verde en la Producción Audiovisual Española: Compromiso con la Sostenibilidad

La industria audiovisual es un motor creativo y económico que, en los últimos años, ha experimentado un crecimiento significativo en España. Sin embargo, este desarrollo no debe realizarse a expensas del medio ambiente: es aquí donde entra en juego el concepto del Sello Verde, una iniciativa que busca integrar criterios de sostenibilidad en la producción cinematográfica y televisiva.

Según la página de Creast, una herramienta para calcular la huella del impacto medioambiental, “una producción publicitaria estándar de 3 días de rodaje emite 20 Toneladas de CO2eq, el equivalente a 20 piscinas olímpicas o a la huella de carbono que deja una familia en 3 años”. Esta herramienta se estandariza, en gran medida, dado que los proyectos beneficiarios de las ayudas del ICAA (Instituto de la Cinematografía y la Artes Audiovisuales) deben incluir un sistema de “medición y registro del impacto medioambiental” para garantizar las buenas prácticas en la puesta en marcha de dicho proyecto entre otros aspectos.

Se trata de una realidad reflejada, por ejemplo, en la última gala de los premios Goya. La sostenibilidad juega un papel clave y se logró celebrar un evento neutral en emisiones de CO2 gracias al uso de combustibles renovables y la recarga de vehículos eléctricos en la flota oficial. Además, las emisiones inevitables se compensaron mediante iniciativas de reforestación. Se siguieron los protocolos de medición GHG-CO2 eq. e ISO 14-067-2019 por medio de Creast, pues el objetivo de esta medición, también, es compensar las emisiones generadas contribuyendo así a contrarrestar la huella de carbono causada por este relevante evento cultural.

Objetivos del desarrollo sostenible

A modo individual, se ha incentivado el exigir a las autoridades locales y nacionales que participen en iniciativas que no dañen el planeta. Medidas de sostenibilidad medioambiental tan sencillas como a reducción del consumo de energía apagando las luces innecesarias, por ejemplo, resultan beneficiosas para la economía familiar y más consideradas con el planeta.

Las medidas para reducir la huella de carbono en los rodajes se plantean de un modo paralelo: una pequeña inconveniencia inicial que termina por integrarse como una convención en la producción audiovisual, debería ser, también a la vez, una herramienta de ahorro en la inversión económica y repercutir beneficiosamente de manera bidireccional tanto para productoras como para el medioambiente.

En qué consiste el Sello Verde

Hasta hace poco, España carecía de un certificado nacional de sostenibilidad específico para el ámbito audiovisual. A diferencia de Estados Unidos, donde existe la Green Production Guide, o de Europa, con el Green Film Research Lab, nuestro país no contaba con una herramienta que promoviera prácticas más responsables en la producción de películas y series.

El Sello Verde surge como una respuesta a esta necesidad. Se trata de un compendio de buenas prácticas orientadas a reducir los impactos negativos del sector audiovisual en el medio ambiente y la sociedad. Su objetivo es convertir a la industria cinematográfica española en un referente en sostenibilidad, al tiempo que se contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

La guía del Sello Verde aborda diversos aspectos de los rodajes que requieren especial atención:

  • Catering: Se promueve el uso de productos locales y de temporada, así como la utilización de vajilla reutilizable.
  • Movilidad y alojamiento: Se fomenta la elección de alojamientos cercanos a las locaciones de rodaje y el uso de vehículos eléctricos para los desplazamientos.
  • Iluminación: Se recomienda el uso de luces LED para reducir el consumo energético.
  • Vestuario y decoración: Se apuesta por el alquiler y la reutilización de vestuario y materiales de producciones previas.
  • Comunicación digital: Se prioriza la comunicación digital frente al papel.

Por medio de Creast se emiten “4 tipos de sellos que son otorgados al final de la producción”, entre los que se encuentra el Sello Reduce, Sello Carbono Neutral y el Sello Regenera.

El Sello Verde no solo se centra en aspectos técnicos, sino también en la representación de la sostenibilidad en la pantalla. Los relatos narrados pueden influir en la percepción del público y en su compromiso con el medio ambiente. Por tanto, es fundamental que las producciones audiovisuales reflejen valores sostenibles y promuevan un cambio positivo. 

Las / los ecomanagers están para quedarse

Este perfil profesional es responsable de concienciar al equipo, estimar el impacto medioambiental y diseñar un plan de sostenibilidad adecuado para la producción audiovisual. La ECAM ha empezado a ofrecer el Máster en Ecomanagement y Producciones Sostenibles. En este sentido, se han sumado la Universidad de Alcalá o la Universidad de Valencia entre otras instituciones con posgrados o cursos formativos paralelos. Desde los principios de la Agenda 2030, resulta fundamental garantizar que la creciente producción audiovisual se lleve a cabo sin dañar el entorno en ningún caso. El contenido de estas acciones formativas puede poner especial énfasis, aunque no solo, en la creación de contenido audiovisual en espacios protegidos.

Minimizar la huella de carbono implica utilizar recursos de manera eficiente, elegir opciones sostenibles y considerar alternativas de bajo impacto ambiental. Para la figura de ecomanager, evaluar y organizar la gestión económica se convierten en tareas integradas. Existen en la actualidad directorios de estos profesionales en activo que pueden ser contratados tanto para rodajes publicitarios como cinematográficos entre otros. Dependiendo de la complejidad de la producción, su labor puede ser crucial para garantizar que se tomen decisiones conscientes y responsables durante todo el proceso.

A partir de aquí…

El Sello Verde se convierte en una herramienta poderosa para transformar la industria audiovisual. A través de prácticas más responsables y la concienciación ciudadana se logrará que películas y series no solo entretengan, sino también inspiren un mundo más sostenible. En un momento en el que la conciencia ambiental es crucial, el cine y la televisión tienen la oportunidad de liderar el camino hacia un futuro más verde. El Sello Verde es el primer paso en esa dirección, y su adopción es un compromiso con la sostenibilidad y con las generaciones venideras.

DOCENTES, REDES SOCIALES Y CULTURA CIENTÍFICA

DOCENTES, REDES SOCIALES Y CULTURA CIENTÍFICA

Allá por el 1999, en los primeros años en los que explorábamos las múltiples posibilidades de un internet accesible para todos y todas, autores como Repetto Jiménez ya trataban de concienciar sobre la necesidad de una alfabetización científica y tecnológica en la formación de los futuros docentes. En pocos años, experimentamos una revolución en la forma de comunicarnos y nos vimos inmersos en un mundo infinito de información instantánea y no siempre contrastada.

Hoy en día, si preguntamos a docentes de cualquier etapa por dónde buscan información y recursos didácticos para su trabajo, seguramente obtengamos la siguientes respuestas: Instagram, Facebook, YouTube o X (antiguo Twitter), o así lo aseguran estudios como el de Marcelo-Martínez et al., (2023). Asimismo, encontramos la característica, que no problemática, de que la inmensa mayoría de profesorado de todas las etapas a nivel internacional, recurre a las redes sociales como principal fuente de inspiración profesional (Krismanto, 2022).

Sin duda, internet está repleto de variada y valiosa información, pero no siempre responde a unos criterios básicos de calidad ni, por supuesto, han pasado por los filtros del método científico. Por ello, la fiabilidad de dichos contenidos destinados al proceso de enseñanza-aprendizaje que inundan las redes sociales, mayoritariamente visuales y de consumo rápido, quedan al amparo del juicio de aquellos docentes que los usan y/o adaptan para su trabajo diario.

Otro de las funcionalidades que el sector docente ha encontrado en las redes sociales son las comunidades profesionales o, también conocidos como “espacios de afinidad” (Gee, 2005). Un espacio de afinidad es un entorno, virtual en este caso, donde las personas convergen debido a un interés, motivación o idea en común. Cualquier red social es un claro ejemplo de ello, ya que permiten crear nexos y comunidades de usuarios con un fin en común y facilita la comunicación entre los involucrados.

En este contexto, también surgen liderazgos informarles respecto a los creadores de contenido como profesionales de referencia en los que nos sentimos reflejados en lo profesional y en lo personal (Marcelo-Martínez et al., 2023).

REDES SOCIALES A DEBATE

Resumiendo, las redes brindan al sector docente múltiples oportunidades de desarrollo profesional, puesto que podemos acceder con facilidad al trabajo e ideas de otras personas. Sin embargo, si te dispones a indagar, no muy en profundidad, podemos encontrar recursos didácticos o fuentes con fallos de diseño o ejecución.

En este contexto, surge un debate o reflexión que podemos abrir con las siguientes preguntas: ¿son las redes sociales un lugar fiable para consumir información de uso profesional o académico?, ¿cómo podemos contrastar la calidad de los contenidos que encontramos en ellas?, ¿es necesario complementar dicha información con otras fuentes cuyos contenidos sí han sido contrastados mediante el método científico?

Hacer algo distinto no significa, per se, hacerlo mejor. Copiar no es innovar, ya que innovar requiere investigar y contrastar los procesos y resultados correspondientes mediante el método científico (Galán-González, 2022). Por ello, imitar secuencias o recursos que otros docentes comparten en sus redes no conlleva necesariamente una innovación metodológica en nuestras aulas.

CULTURA CIENTÍFICA PARA EL DESARROLLO PROFESIONAL DOCENTE

Existen múltiples revistas nacionales e internacionales sobre ciencias de la educación que producen innumerables artículos especializados en diversas áreas, pero ¿cómo pueden competir las revistas científicas con las redes sociales como fuente de inspiración y conocimiento? Es una cuestión muy difícil, pero todo radica en la cultura científica y en la divulgación.

Por un lado, es imprescindible formar a los futuros maestros en la importancia consumir, y también crear, información de naturaleza científica para su desarrollo profesional. Además, enseñar cómo y dónde obtener esa información y en la necesidad de hacerlo a lo largo de toda su carrera docente. En otras palabras, contribuir a su cultura científica.

Por otro lado, destacar el papel de los divulgadores como puente entre los contenidos científicos y aquellos docentes que, por distintas razones, no van a consumir dicha información. He aquí un punto muy importante, porque ellos tienen presencia constante en las redes sociales, es decir, donde la mayoría de los docentes acceden para inspirarse y, de alguna manera, contribuir a su formación. De esta manera, sirven de altavoz para hacer conocer la innovación contrastada y últimos hallazgos científicos en materia educativa, contribuyendo así también al acercamiento de los docentes a la cultura científica.

Para finalizar, recordar al lector que innovar es una necesidad incuestionable en educación, pero no olvidemos que la innovación sin investigación no deja de ser la puesta en práctica de una intuición no contrastada. Ayudemos mediante la formación, comunicación y divulgación científica a viajar desde la intuición a la evidencia en un sector tan importante para el desarrollo de la sociedad como es la educación.

Referencias

Galán González, A. (2022). El papel de las revistas de impacto en la reforma de la profesión docente: de la especulación a las evidencias. Aula Magna 2.0. [Blog]. https://cuedespyd.hypotheses.org/11192

Gee, J. (2005). Semiotic social spaces and affinity spaces: From The Age of Mythology to today’s schools. In D. Barton & K. Tusting (Eds.), Beyond Communities of Practice: Language Power and Social Context (pp. 214-232). Cambridge University Press. https://doi:10.1017/CBO9780511610554.012

Krismanto, W., Setyosari, P., Kuswandi, D. ., & Praherdhiono, H. (2022). Social Media-Based Professional Learning: What Are Teachers Doing in It?. Qualitative Research in Education11(1), 89–116. https://doi.org/10.17583/qre.9698

Marcelo-Martínez, P., Yot-Domínguez, C., & Marcelo, C. (2023). Los docentes y las redes sociales: Usos y motivaciones. Revista de Educación a Distancia (RED)23(72). https://doi.org/10.6018/red.523561 Repetto Jiménez, E. (2000). La educación científica y la formación de los maestros. El Guiniguada, (9), 233–243. Recuperado a partir de https://acortar.link/K8ofBI

EL COMPROMISO AMBIENTAL DE LA GENERACIÓN Z

EL COMPROMISO AMBIENTAL DE LA GENERACIÓN Z

La generación Z es aquella nacida cuando empezaba el siglo XXI, aunque no hay consenso en las fechas exactas. Esta generación ha sido la primera en tener acceso a internet, es decir, los primeros nativos digitales. En cuanto a las cualidades de estos jóvenes, destaca estar comprometidos socialmente.

El cuidado del medioambiente necesita de la colaboración ciudadana gracias a un doble compromiso: la concienciación del problema y la materialización en el acto de reciclar la basura. En España las organizaciones sin y con ánimo de lucro trabajan desde varios campos: el reciclaje, el ecodiseño de envases domésticos ligeros y la integración en la fabricación de los envases para promover la reducción de residuos.

Las compañías u organizaciones dedicadas a las labores de reciclaje comparten un espacio conceptual en el que destaca la inspiración en la naturaleza. Sirva como ejemplo Ecoembes, empresa líder en el mercado del reciclaje en España, cuyos valores podríamos considerarlos universales: colaboración, cercanía, expertise e innovación. También hay que reseñar sus valores en las acciones de comunicación que giran en torno al humanismo y la economía circular. El tono de sus campañas es amable y de compromiso individual y social.

La economía circular no puede funcionar sin la colaboración ciudadana, y es por ello, que la concienciación y la acción de los públicos es esencial para que la maquinaria siga funcionando. Sin basura no hay reciclaje. Estudios de hábitos de reciclaje como el llevado a cabo por el instituto Catchment, ponen de manifiesto la existencia de una población no recicladora, destacando la generación Z como escéptica, considerando la actividad incómoda y compleja.

El compromiso con el reciclaje se modifica según variables como el espacio en el que viven o desarrollan su ocio. La actitud es más positiva en el entorno familiar: la decisión en el hogar no depende de ellos, pero cuando abandonan el núcleo parental, si la convivencia es en solitario o en grupo, no suelen reciclar, aun reconociendo los valores positivos del reciclaje. Un claro ejemplo son los estudiantes que se desplazan a grandes urbes para estudiar en la universidad, compartiendo piso. Este es un ejemplo en el que abandonan su responsabilidad con el reciclaje. Es cierto que la generación Z asume el valor del cuidado del medioambiente, y la importancia de la separación de residuos, pero se produce una “no adecuación” entre las creencias y la acción.

Otro problema es la gestión de los residuos fuera del hogar. En este caso, la generación Z alega, no sin razón, la dificultad para encontrar contenedores con separación en espacios abiertos o cerrados, en la naturaleza o en las urbes.

¿Qué podemos hacer para cambiar los hábitos de la generación Z respecto al reciclaje? Antes de desarrollar una posible estrategia de comunicación, se ha realizado una investigación con el objetivo de conocer las necesidades de los jóvenes. El trabajo se realizó en la Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid con alumnos del grado de Publicidad y RRPP. Los resultados han sido de sumo interés y demuestran la diferencia entre tener creencias y llevarlas a la práctica.

La generación Z valora muy positivamente la gestión de los residuos siempre que se haga en el entorno familiar. Ahora bien, la mayor parte de ellos valora positivamente la labor de las compañías públicas o privadas cuya actividad es la gestión de la basura. La debilidad es no tener un compromiso ambiental real y no reciclar por diversas razones. Los resultados de la investigación revelan que una minoría todavía cuestiona la eficacia de la separación de la basura. Ahora bien, esta generación propone soluciones tales como premiar a todos aquellos que participen en el reciclaje, al igual a como se hace en otros países de la Unión Europea. Por último, resumir que no existe una preocupación suficientemente sólida sobre la importancia del reciclaje y llegado el momento de la verdad, la generación Z recicla de manera ocasional.

Cabría preguntarse si desde la universidad o el instituto existe la posibilidad de forma y educar con materias transversales regladas a las generaciones de jóvenes. Además, se da la paradoja de que serán los que recibirán un planeta contaminado como ninguna generación anterior ha tenido la desgracia de conocer.

TENDENCY OF CIRCULAR ECONOMY AND LIVING LABS IN COLOMBIA

TENDENCY OF CIRCULAR ECONOMY AND LIVING LABS IN COLOMBIA

In general, most Latin-American countries have been recognized for their abundancy in different environmental resources, but just as it is happening in the rest of the world, those resources have been actively used and they are going down rapidly.

That is why Colombia has started to follow the global tendency in a transition to a Circular Economy supported by living labs projects. In a constantly changing world where virgin resources are increasingly limited, it is necessary to transition to a circular operating system (Lakatos et al., 2023).

Colombia, in its beginnings with the topic of living labs several years ago, created some proposals where a model can be observed more towards the use and management of ICT in some contexts than in the generation of innovation integrated in the social context. Thus, since that time, several processes have been created around different living labs, some of which were even recognized at the time by the European Network of Living Labs (ENoLL) for their application based on the users of a community; active participation in social terms of all citizens (Mancebo Lozano, 2021).

Innovation is one of the key factors in the economy development of any country, and education has been one of the greatest ways to promote it in all fields; social innovation provides a new way to meet needs that vary according to the societies or the communities involved (Lapointe et al., 2021).

Living labs in Colombia have caught the attention of the academic community to integrate different actors in the processes of innovation, helping a transition to a sustainable society. In Colombia living labs tendencies includes entrepreneurship, activities between public and private businesses and research promoting innovation. However, living labs are more noticeable in the private educational sector due to the investment they might need. There is evidence in different studies that Living lab in Colombian higher education institutions is still in the early stages of implementation due to limited investment and lack of governmental policies, higher education institutions have a significant prominence around the creation and dissemination of knowledge, through research and training, in addition to being considered powerful drivers of innovation, development economic, and social well-being (Mora & Ortiz, 2023).

Lapointe et al. (2021) argued that framing innovation via people and use value within an open innovation ecosystem does not automatically guarantee embeddedness in an alternative economy mode, that is why, Colombia must work towards different governmental policies promoting the gathering of public and private educational institutions, the labor force and the communities, to reach a level of social innovation evidenced in real benefices for people and all these proposals also showing a great improvement in the Circular Economy of the country and the world.

Referencias

Lakatos, E., Birgovan, L., Szilagy, A.,Koval, V. & Karshowsky, A.(2023). The role of living-labs in cities’ transition to a circular economy. Innovative Economics and Management, 10(2), 271-279 DOI: https://doi.org/10.46361/2449-2604.10.2.2023.271-279

Lapointe, D., Guimont, D., Guillemard, A., & Benjamin, C. (2021). People, Place, Values: Living Lab as Social Innovation Processes for Tourism Communities. Anais Brasileiros De Estudos Turísticos, 11. https://doi.org/10.5281/zenodo.5771002

Mancebo Lozano, E. (2021). El estado de bienestar y la nueva gestión de los servicios públicos en España y Latinoamérica: : innovación en los servicios sociales y sanitarios tras el Covid-19. Saber Servir: Revista De La Escuela Nacional De Administración Pública, (6), 95–121. https://doi.org/10.54774/ss.2021.06.06

Mora, D. L. & Ortiz, J. A. (2023). Aproximación académica sobre la estructura y funcionamiento de los Living Labs en universidades colombianas [Documento de trabajo, Universidad EAN]. http://hdl.handle.net/10882/13323.

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