Sonia Castro: Hay que abordar a los estudiantes a través de la formación, y hacerlo en todas las etapas
Coordinadora de proyectos de datos abiertos y ciudades inteligentes. Entidad pública empresarial Red.es
Manuel Gértrudix: ¿Cree que la investigación científico-tecnológica es una actividad reconocida socialmente?
Sonia Castro: En mi opinión, sí lo es. Si contrastas y miras algunos estudios recientes, como la última encuesta de la FECYT sobre percepción social de la ciencia, los científicos están sólo por debajo de los médicos en valoración social. Una puntuación de 4.5 sobre 5. Creo que socialmente es una profesión muy bien valorada.
Pero una cosa es que la gente piense que la profesión o los conocimientos científico-tecnológicos son fundamentales y por ellos hay que apostar, y otra distinta es cómo los gobiernos y las administraciones están apostando por ello. Ahí es donde claramente veo una deficiencia. Desde mi punto de vista, España necesitaría apoyar mucho más firmemente la ciencia. Prueba de ello es que se le están escapando los talentos. El mercado laboral demanda, cada vez más, especialistas en ciencia, tecnología y datos y hay un gap enorme entre esta demanda y cómo se está respondiendo para satisfacerla. Y es un fenómeno que no va a parar de crecer. Estudios impulsados por la Comisión Europea apuntan a ello. Algunos datos indican, por ejemplo, que va a haber un déficit de más de 700.000 profesionales especializados en datos en 2020 en los grandes Estados miembros que no se va a poder cubrir, porque no hay suficientes expertos formados en ello.
Por eso, una cosa es lo que la gente percibe como importante en las encuestas, y otra cómo se está abordando esa relevancia desde un punto de vista de la política científica, que no parece coherente con esa percepción del público.
M.G.: ¿Considera que esta formación es necesaria para una participación activa, responsable y segura en la sociedad y la economía digital? ¿Diría que es un instrumento de empoderamiento ciudadano?
S.C.: Creo que es fundamental. Al final, la formación científico-tecnológica lo que hace es habilitar al estudiante, a la ciudadanía en su conjunto, a través de una serie de competencias que son claves para participar activamente en la sociedad de forma responsable, y empoderar al ciudadano. Le está habilitando en competencias tan imprescindibles como: trabajar colaborativamente, aprender por cuenta propia, investigar y construir conocimiento, participar en comunidades multiculturales, etc. En definitiva, dar lo mejor de ti. Si te habilitas en ello y adquieres esa serie de competencias, vas a poder participar de una forma más eficiente y con un juicio crítico e informado. A su vez, vas a poder empoderarte, vas a ganar en libertad, desarrollarte como persona y crecer como ser humano.
Foto: Juan Romero-Luis
M.G.: ¿Considera que el uso de datos abiertos facilitaría la realización de investigaciones científicas escolares, aplicando el método científico, que desarrollen el pensamiento crítico y reflexivo?
S.C.: Obviamente, los datos son un instrumento de conocimiento fundamental en el día de hoy. No se trata tanto de llenar a los estudiantes de conocimiento, sino capacitarlos o desarrollar las capacidades para que ellos mismos puedan generarlos ayudados y guiados por los docentes. Los datos son como la materia prima a partir de la cual construir tu propio conocimiento. En una investigación tienes una serie de datos empíricos y, a partir de ellos, observas, interrogas la realidad y contrastas una serie de hipótesis. Y para ello, necesitas datos. Gracias a las iniciativas de datos abiertos, esos datos están ahí y, deseablemente, cada vez deben estar aún más. ¿Para qué realizar tanto experimento si podemos llegar a muchas conclusiones a partir de datos que ya están disponibles?
M.G.: ¿Cree que el uso de datos abiertos y sistemas de visualización facilitaría un análisis más objetivo de la información científica, tecnológica y social?
S.C.: Creo que las herramientas de visualización, obviamente, van a ofrecer una foto de la realidad mucho más atractiva. Puedes jugar e interactuar. Las visualizaciones a día de hoy son muy potentes. No tienes más que ver un periódico online o cualquier tipo de herramienta, como ArcGIS, para decir: “lo que hay aquí y todo lo que se puede hacer”. Sin duda, son herramientas que pueden despertar la curiosidad de la gente, pero también tienen unos riesgos muy importantes. Al final, de alguna manera, pones mucho papel de adorno encima de los datos y, a veces, desvirtúas la realidad que esos datos esconden.
Una buena visualización, ¿cuál es? ¿La que es muy bonita, llamativa y vistosa o la que realmente te permite reproducir ese resultado? Ese es, de alguna manera, el problema que encontramos cuando interpretamos unos datos a través de una visualización. Se trata de que seamos claros en el método, en la metodología que se ha utilizado, en conocer la fuente, de forma que yo sea capaz de reproducir eso que se me muestra para que puedan comprobarlo si tengo a bien hacerlo.
Y en esto no se trata solo de manejar el instrumento de visualización que, por supuesto, tienes que conocer: qué potencialidad tiene, cómo se maneja y qué está diciendo (ser capaz de leer sus resultados). También debemos pensar en la materia prima: los datos de los que partes. En el proceso de depuración de datos todos sabemos que se pueden introducir muchos sesgos. Y es importante conocer y reparar en estas cuestiones. Depurar datos es refinar los datos y no desvirtuarlos. Y esto, aunque no lo parezca, no es ni sencillo ni fácil. Por supuesto que hace falta una alfabetización en datos para entender, entre otras cosas, toda su potencialidad, pero también que es preciso trabajar con una serie de principios éticos fundamentales que muestren el proceso que se sigue en el tratamiento y análisis de los datos. Es decir, que, además, se muestre cuál es el proceso que se ha seguido: “A partir de estos datos, yo he hecho este análisis siguiendo esta metodología”.
Si adquieres esa serie de competencias, vas a poder participar de una forma más eficiente y con un juicio crítico e informado
Manuel Gertrudix: ¿Cómo valoraría el nivel de conocimiento científico-tecnológico de la Sociedad? ¿Y de forma más precisa en el caso de los estudiantes de ESO y Bachillerato?
Sonia Castro: El nivel de competencia científico-tecnológica de la sociedad española, desde mi punto de vista, es insuficiente. Y lo es porque también es difícil ponerse a la altura. La velocidad con la que se genera la información, la cantidad de información y el grado de especialización de esa información es cada vez es mayor. Se necesitan muchos conocimientos de partida para interpretar adecuadamente la información que se ofrece. Hay que ganar una carrera que es, a veces, difícil.
Otra cuestión es que los especialistas que te pueden enseñar a interpretar todos esos conocimientos científico-tecnológicos, especialmente ligados a las tecnologías de la información y la comunicación, no están disponibles tan fácilmente, y eso creo que pasa mucho en el aula. Los estudiantes, al igual que el resto de los ciudadanos, tienen deficiencia en esos conocimientos. En parte, probablemente, porque no haya docentes suficientemente capacitados para enseñar adecuadamente estas nuevas competencias, porque es algo que requiere estar en un “sin vivir”. Los profesionales formados en estas nuevas habilidades son demandados por un mercado laboral en el que van a recibir una remuneración más alta y van a tener un mayor reconocimiento social, por lo que dedicarse a la docencia no resulta tan atractivo, y esto es un problema difícil de solventar.
Por ejemplo, hace falta que los estudiantes conozcan el tema de la algoritmia, esas cajas negras de las que estamos rodeados. Que te den una hipoteca, los comentarios en Trivago, que seas elegido para un programa, que te contraten o no te contraten, etc., todo depende, al final, de un algoritmo oscuro del que tenemos que exigir una transparencia y unos principios éticos en su construcción. Sobre esto hay un enorme desconocimiento por parte de la ciudadanía. Los estudiantes se dejan llevar y no se plantean, por ejemplo, que un comentario de un producto puede haber sido realizado por una máquina y no lo vas a diferenciar de si lo ha hecho una persona. Y, sobre esto, surgen muchas preguntas: esa formación, ¿quién se la da a estos chavales? ¿Dónde están esos docentes? Para abordar estos retos desde la docencia es necesario, imprescindible realmente, un reciclaje continuo. En el contexto actual, necesitamos aprender a manejar la privacidad, la confidencialidad y la autenticidad de la información. Necesitamos que estos estudiantes, que viven rodeados de esto, lo entiendan.
Foto: Juan Romero-Luis.
M.G.: ¿En qué medida la formación científico-tecnológica puede ayudar a mejorar la comprensión de la información que manejamos de manera cotidiana en medios de comunicación y redes sociales?
S.C.: La mayoría de los informes que abordan esta cuestión, como el informe Generación de talento Big Data de la Fundación para la innovación COTEC, plantean que hay que trabajar en muchos planos.
Hay que abordar a los estudiantes a través de la formación, y hacerlo en todas las etapas. Hay que enseñar a los más pequeños más allá del aula. Los niños pequeños deberían tener incluida la programación como materia, casi como se tiene hoy las matemáticas, para que comprendan el pensamiento computacional. Otro ámbito de actuación es el plano de la Administración. Es absolutamente necesario aumentar en la Administración la cultura del dato, y la necesidad de democratizar el acceso a los datos, porque estos tienen que estar ahí disponibles para todos. No me canso de decir que hay que sensibilizar más y más y demostrar que esa información no es solo tuya. Además, abrir los datos va a revertir en beneficio del empleado público: no sólo se va a ver más reconocida socialmente su tarea diaria, si no que van a poder descubrir datos públicos o explotaciones de estos que no sabían ni que existían.
Pero también hay que trabajar en el ámbito de las empresas. ¿Por qué? Porque creo que en las empresas se está produciendo una paradoja muy curiosa. Los gestores y los altos directivos de pequeñas y medianas empresas muchas veces desconocen lo que los datos pueden hacer por ellos en la mejora de sus servicios y en la creación de otros nuevos. Sin embargo, los jóvenes que se están incorporando, que sí tienen esos conocimientos y conocen el potencial de los datos, no tienen la experiencia ni la capacidad de gestión para generar modelos transformadores. Y ahí existe un gap que hay que intentar resolver. ¿Cómo? Pues trabajando en comunidades de conocimiento en las que intervenga el sector privado, el sector público y el sector académico para construir entre todos. El proceso de cambio es tan rápido que o arrimamos todos el hombro, o será difícil cambiar esta situación de manera global.
Foto: Juan Romero-Luis.
M.G.: ¿Debería trabajarse de forma temática o transversalmente junto a otras alfabetizaciones relacionadas como la digital?
S.C.: Si entendemos que las competencias que antes hemos enumerado: trabajar colaborativamente, interactuar en espacios multiculturales, construir conocimiento, etc., son competencias universales, nos damos cuenta que no tiene sentido hacer un espacio estanco con ellas. Se trata de competencias universales que pueden aplicarse a matemáticas, lengua o cualquier otra asignatura de forma transversal.
M.G.: ¿Cree que una mejor comprensión del método científico permitiría a los estudiantes evitar prejuicios y falacias cognitivas en el procesado de información?
S.C.: El número de falacias que llegan a nosotros diariamente es cada vez es mayor. Ahora es cuando más tenemos que aprender a cuestionarnos la realidad, a crear juicios de valor, juicios críticos y juicios informados. Es la única manera de no apoyar lo que dicen todos. Vamos a intentar evitar ese tipo de falacias basadas en las modas, o en que “mis iguales piensan que…, y yo voy a pensar lo mismo”, etc. Todo eso hay que inculcárselo a los chavales. Porque algo esté ahí, publicado, no tiene qué ser cierto necesariamente. Es preciso hacerles que se replanteen este tipo de cuestiones. La autoreflexión es una palabra que hoy más que nunca es importante trabajar con ellos.
El nivel de competencia científico-tecnológica de la sociedad española, desde mi punto de vista, es insuficiente
M.G.: ¿Haría alguna sugerencia final al respecto?
S.C.: Mi recomendación después de todas estas reflexiones conjuntas es que estamos en un momento idílico. Se trata de un momento de la humanidad que es fantástico. Tenemos tantas oportunidades a nuestro alcance, tanto que compartir, tanto que aprender y tanto que pensar conjuntamente y de forma colaborativa; no podemos perder estas oportunidades y para ello debemos entender que la realidad es cada vez es más compleja, y que cada vez necesitamos más a los demás. Tenemos que ser conscientes de que tenemos que exigir. Tenemos los instrumentos para construir, para no dejarnos llevar, para poder opinar libremente. Es un momento apasionante y de descubrimiento constante. Así que, no lo perdamos.
Foto: Juan Romero-Luis.