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Eva Belmonte: El método científico vale para absolutamente todo

por | 7 Nov 2017 | Entrevista, Reflexiones para una ciudadanía activa

Responsable de proyectos CIVIO

Es licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Anteriormente, trabajó en El Mundo y elmundo.es. Actualmente es responsable de proyectos en CIVIO. Creadora de El BOE nuestro de cada día y autora de Españopoly.

Sergio Álvarez: ¿Cómo valoraría el nivel de conocimiento científico-tecnológico de la Sociedad? Y de forma más precisa, ¿en el caso de los estudiantes de ESO y Bachillerato?

Eva Belmonte: En cuanto a la sociedad en general, creo que es bastante flojo en cosas que, por mucho que hablemos de pensamiento científico o técnico y parezca que sea una cosa ultra elevada, es bastante básico y se nota que afecta a cosas elementales. Por ejemplo, a la hora de absorber información sin tener ningún tipo de duda o sin tener ningún tipo de pensamiento crítico hacia ella. Esto es muy importante.

Nosotros no trabajamos mucho con el tema de Secundaria y Bachillerato. Alguna vez hemos hecho algo. Hay una cosa que me llama mucho la atención en cuanto a la aceptación de determinadas pseudo-ciencias. Científicamente no están demostradas, pero hay cosas que llegan a niveles del absurdo. La mayoría de encuestas, como por ejemplo la Encuesta Nacional de Salud de España, sobre quién usa ese tipo de terapias, es gente que ha pasado por Bachillerato e incluso por la Universidad. Es gente que ha realizado estos estudios y, a pesar de ello, aunque tenga un conocimiento muy específico en su área, es capaz de tragarse determinada información. Una información que, en cuanto te paras dos segundos a analizar si es cierta o metodológicamente tiene sentido, se cae por su propio peso.

Luego está la gente que no ejerce ese espíritu crítico y científico en sus trabajos. Como determinados tipos de periodismo o algunos estudios de las ciencias sociales, que les falta ese método científico que aleja cada vez más a las dos partes. Esto es: “es que yo soy de letras” o “es que yo soy de ciencias”. A mí me da igual de lo que seas.

El espíritu crítico y el método científico vale para absolutamente todo

S.Á.: ¿Cree que la investigación científico-tecnológica es una actividad reconocida socialmente?

E.B.: Cada vez más. La prueba es que en la parte de la tecnología hemos pasado de “estos señores son unos frikis que hacen cosas raras” a “van a liderar el mundo y nos dominan con robots”. Ha habido un cambio importante. La gente ya es consciente de que esa parte es muy importante y no puede obviarse la tecnología. Las revistas tecnológicas tienen un tirón importantísimo, en todos los medios hay secciones tecnológicas mejores o peores y atraen a muchos lectores. La parte tecnológica creo que sí se valora más, sobre todo porque no es “estos señores que hacen cosas raras que no sirven para nada”, sino es la sensación de estar rodeados de gadgets y decir “esto lo domina un señor, yo no sé cómo funciona y si no lo sé estoy perdido”. Esa parte sí ha evolucionado.

La parte científica creo que no ha evolucionado tanto. Sigue habiendo una parte importante de desconfianza hacia la investigación científica, sobre todo en temas vinculados a la salud. Desconfianza y falta de conocimiento, las dos cosas. Por una parte, falta de conocimiento porque hay una barrera clara entre la investigación científica y el mundo real. Siempre nos centramos en la barrera entre el mundo laboral y la investigación científica. No. Me estoy refiriendo al mundo real en el que la gente entienda: qué significa lo que estás investigando, por qué es importante, en qué le afecta esto que puede cambiar, por qué es importante que haya dinero para esta investigación y por qué es importante que se avance. En temas de salud puede ser mucho más fácil, pero en otros campos es mucho más complicado.

Por otro lado, además de no conocerse bien cómo se aplica al mundo real, hay una parte de desconfianza importantísima. De lo que deberíamos desconfiar es de cualquier declaración de un político o de lo que dice un medio sin fuentes.

Desconfiamos de la investigación científica porque “siempre hay un elemento detrás que lo controla todo”

Estamos centrándonos en el enemigo equivocado. Nosotros hemos publicado un montón de investigaciones periodísticas basadas en investigación científica, para intentar hacer de traductores, y muchísima gente nos decía: “pero esto, lo publica un grupo enorme de investigación de la OMS que ha estado investigando durante seis años porque tiene un interés detrás con lo que sea”. Esto puede ser y hay que investigarlo también, pero hay una desconfianza general hacia el método científico. Una desconfianza generalizada hacia la ciencia como el enemigo porque “no lo entiendo y vienes a apabullarme con tu información”. Esto es culpa de los investigadores y de quienes intentamos traducir eso al público porque, a veces, aprendemos mucho de un tema, nos elevamos y hablamos raro. Apabullar con tus conocimientos o decirle a alguien que está equivocado y sacarle diez papers para explicárselo, no es la manera de romper esa barrera y de que nos dejen de odiar un poco. Por lo menos a los que somos más repelentes o más tiquismiquis con estas cosas.

Escuela de Periodismo y Comunicación de Unidad Editorial.

Foto: Daniel Barrera Muro.

S.Á.: ¿En qué medida la formación científico-tecnológica puede ayudar a mejorar la comprensión de la información que manejamos de manera cotidiana en medios de comunicación y en redes sociales?

E.B.: En realidad, cuando hablamos de la formación científico-tecnológica, lo que me preocupa no es que la gente sepa mucho. Lo que me preocupa es el método, lo que se aprende en la formación científica o lo que deberíamos aprender todos en cualquier tipo de formación. De hecho, debería aparecer en todas el método y cómo hacer para que las cosas sean rigurosas, cómo probar la capacidad de hacer una réplica –que es una cosa que se debería aplicarse en general. Hay un ejemplo muy claro: si lees una noticia en la que te dicen que en los Presupuestos Generales del Estado, que es una fuente que está ahí y que es fácil consultar si no es muy detallado, han dedicado tanto a un tema, replicar esta noticia, buscar tú ese dato y ver si puedes sacar la misma conclusión,  es un ejercicio muy sencillo. Este ejercicio no es la replicabilidad de los estudios científicos, pero sí supone, de alguna manera, comprobar si eso, en realidad, es verdad o no. Esto no se hace normalmente.

La mayoría del periodismo que consumimos está basado en “este señor dijo algo” o “hay una norma que dice esto, hay esta cifra que he sacado de aquí, etc.”.

Esto es muy importante y no es solo culpa de las carencias formativas que podamos tener, sino de las que tienen también los profesionales que están ofreciendo esa comunicación. Somos parte del problema y somos gente que hemos pasado por esa formación, una formación de letras.

Una cosa muy importante es que dejemos de tratar al lector como a un niño tonto. Y esto se aplica también a la política: hay que dejar de tratar al ciudadano como a un niño tonto. Si yo publico una información basada en unos datos, que puedo publicar porque no estoy protegiendo ninguna fuente, tengo que permitir que el lector los tenga para que contraste la información si quiere. Que me pueda decir: “esto que has dicho no es así porque estoy haciendo los mismos cálculos y no me sale el mismo resultado; o te has equivocado, porque el enfoque que has hecho es parcial”.

La carencia de pensamiento escéptico, de pensamiento crítico o de método científico está afectando a cómo asimilamos actualmente la información

Hay muchísimas noticias de prensa que están basadas en “lo que dice una ley” por “lo que me ha contado alguien que dice esa ley”. Esto es muy preocupante porque no hay que hacer un esfuerzo sobrehumano para leerse determinadas leyes. Están ahí, no es una cosa que tengas que investigar durante meses para explicar algo. Tiene mucho que ver con que damos por hecho que cualquier cosa que diga alguien está bien. Esto es mucho más grave en los temas en los que la fuente primaria está ahí, disponible a dos clics. Este es uno de los grandes problemas de no tener un espíritu crítico a la hora de leer prensa, que hace que nos creamos cualquier información y que circulen y se repitan los bulos.

S.Á.: ¿Considera que esta formación es necesaria para una participación activa, responsable y segura en la sociedad y la economía digital? ¿Diría que es un instrumento de empoderamiento ciudadano?

E.B.: A la hora de intentar cambiar cosas, sobre todo a la hora de entender cómo se toman las decisiones y cómo podemos cambiarlas, es importantísimo. Por eso, soy extremadamente pesada en que lo más importante es saber cómo se toman las decisiones y no qué decisiones se toman. Esto es, qué cálculos se han usado. Esto de los cálculos, que parece algo muy pequeño, es muy importante. Hay una historia que cuento a menudo porque me parece un gran ejemplo de empoderamiento ciudadano:

“En unos colegios rurales que querían cerrar en Escocia, los padres, los niños y los sindicatos de profesores se enfadaron y montaron protestas contra el gobierno. Lo que pidieron fueron los informes en los que se habían basado para tomar esa decisión. El gobierno argumentaba que era más barato mandar a los niños a las escuelas de la ciudad con autobuses y darles de comer allí, que mantener esas escuelas rurales. Cuando consiguieron esa información intentaron replicarla y descubrieron que había errores en el cálculo. Así, consiguieron evitar que se cerraran las escuelas y, sobre todo, consiguieron que el gobierno tuviera que publicar siempre, antes de tomar una decisión así, en qué informes y datos se basaba”.

Si esa gente no hubiera revisado esos datos y no hubiera tenido un método para intentar replicarlo, nunca hubiera conseguido cambios reales. Hacer una manifestación y decir “que todo sea mejor y abajo los malos” puede ser divertido. Pero, si no conoces bien cómo funciona el mundo en el que vivimos actualmente, incluida la parte de las Administraciones Públicas, que tiene su ciencia, es muy difícil que de verdad consigas cambios reales.

Foto: Daniel Barrera Muro.

S.Á.: ¿Debería trabajarse de forma temática o transversalmente junto a otras alfabetizaciones relacionadas como la digital?

E.B.: Siempre he creído que debería ser trasversal y estar dentro de todos los programas y de todas las asignaturas. Es mucho más fácil explicar por qué es importante el método científico cuando estás hablando de un tema concreto que en abstracto. Es mucho más difícil decir que el método científico es importante para todo. Es más fácil explicar en una asignatura en la que se va a estar leyendo prensa durante dos días. Entonces se puede explicar cómo podemos comprobar una información.

Es imprescindible que esté también en las carreras y en los Bachilleratos de Ciencias Sociales y Humanidades porque es absurdo que trabajemos sin una metodología y sin una base rigurosa.

Por eso creo que es imprescindible que sea transversal.

S.Á: ¿Considera que el uso de datos abiertos facilitaría la realización de investigaciones científicas escolares, aplicando el método científico, que desarrollen el pensamiento crítico y reflexivo?

E.B.: Los datos abiertos son imprescindibles, pero no solo para que los que estén estudiando tengan material sobre el que trabajar. Le doy un poco la vuelta. Lo que más me interesa de eso es que, si hay datos en abierto sobre determinada política pública o estadísticas sobre sanidad, por ejemplo, cualquier persona que esté estudiando y que quiera aprovechar para hacer un trabajo puede manejar esos datos y sacar conclusiones. Al final estamos todos trabajando para mejorar los servicios públicos. Lo más importante de que los datos estén abiertos no es tanto que sean un material maravilloso para que se pueda estudiar sobre ellos (aunque son imprescindibles y sin ellos no se puede hacer nada), sino que en el momento en el que los abrimos y permitimos que cualquier persona trabaje sobre estos estamos poniendo a mucha gente a investigar cómo mejorar las cosas. Es un valor que no se tiene casi nunca en cuenta a la hora de hablar de datos abiertos. Se habla mucho del impacto económico y del impacto de transparencia, pero se habla poco de cómo “levantar la tapa y enseñar lo que hay debajo” ayuda a que la gente valore como están funcionando las cosas, y esto es muy importante.

Hablar del método científico y tecnológico en abstracto no tiene mucho sentido si no le explicas a un chaval cómo lo estás aplicando a un área en concreto y cómo obtienes resultados

Hay otra parte esencial que es la publicación de datos obtenidos en otras investigaciones previas. El hecho de que las investigaciones, sean pequeñas o grandes, más enfocadas al ámbito científico puro o más en lo social, cuenten con una metodología clara, publiquen sus datos y permitan que se replique es muy importante, ya que ello permite que se encuentren otros enfoques. Si creas una base de datos sobre un tema concreto, publicas un artículo de información periodística, publicas la metodología y la base de datos, es muy probable que un estudiante que esté haciendo algo relacionado con el periodismo te diga “aquí no has visto esto” o “aquí hay otro tema”. De este modo, se puede sacar más jugo a esos datos.

Es imprescindible que empecemos a compartir todo: desde el pequeño artículo de investigación que publica sus datos, hasta la gran base de datos de estadísticas sanitarias que se pueden utilizar en estudios de medicina. Es imprescindible que todo eso se publique para que logremos avanzar en muchas áreas.

S.Á: ¿Cree que se está haciendo uso de los datos abiertos en el ámbito escolar? ¿En qué medida? ¿Puede citar alguna buena práctica?

E.B.: La verdad es que conozco pocos casos y no creo que sea algo que se use demasiado. Nosotros fuimos una vez a dar una clase a un centro de enseñanza secundaria sobre los Presupuestos Generales del Estado, explicando cómo funcionaban los impuestos. Fue muy divertido porque, en realidad, los estudiantes tenían mucho interés y tenían millones de preguntas. Creo que no se está utilizando mucho, pero que, de este modo, podrían resolver muchas dudas que sí que tienen. Por ejemplo, con algo como los Presupuestos Generales del Estado, que todo el mundo ha escuchado a alguien hablar sobre si se gasta mucho o poco en un área, cualquiera puede plantearse muchas preguntas.

Foto: Daniel Barrera Muro.

S.Á.: ¿Cómo se podría fomentar el conocimiento y el uso de los datos abiertos?

E.B.: Soy bastante contraria al hecho de tener sitios de datos abiertos dedicados exclusivamente a un uso concreto. Creo que la formación científica debe ser transversal, así que no se trata de tener un portal de datos abiertos con muchas cosas, sino que si publico en la página de la universidad o en cualquier sitio las conclusiones de una investigación, ahí deberían estar también los datos sobre los que he trabajado. Separarlo y ponerlo como una cosa aparte, solamente para los “chalados” que quieren tratar datos, no ayuda a que la gente acceda. Lo interesante es que estén cerca de la información que estás contando. Por ejemplo, si un ayuntamiento publica una nota de prensa y dice “vamos a tratar el problema de las palomas porque hay sobrepoblación”, quiero que me pongas ahí las hojas de cálculo sobre la población de palomas en el ayuntamiento.

Creo que para que los datos abiertos no sean una cosa para cuatro locos, que es lo que es ahora mismo, es imprescindible que estén mezclados con los contenidos normales y que acompañen a lo que estás contando. Esto también ayuda a que se entienda para qué sirven. Si no pones ejemplos concretos, no tiene ningún sentido. La mejor manera de que se usen más datos abiertos es haya ejemplos buenos y llamativos de uso de datos abiertos. Para que cuando otra gente los vea diga: “si se puede hacer todo esto, vamos a ver qué más hay detrás”.

Pasa algo similar con el método científico y las investigaciones científicas. Para aproximarlo al ciudadano normal hay que hacerlo con ejemplos concretos que estén pegados a la realidad. Parece algo menor, pero acercarlos a dónde están situados y al interés del ciudadano cambia la percepción que tienen de ello.

Cuando hablamos de la formación científico-tecnológica me preocupa es el método, lo que se aprende en la formación científica o lo que deberíamos aprender todos en cualquier tipo de formación

S.A.: ¿Cree que se está haciendo?

E.B.: No se está haciendo o se hace muy poco. Determinadas noticias no están basadas en datos y tampoco lo están en una fuente original. A veces, están basadas en fuentes que hay que mantener anónimas, esta es una parte. Luego, hay muchísimo periodismo que no necesita ese anonimato, así que no es necesario ni está justificado. También hay muchísimo periodismo que trata datos y explica de dónde salen. Si fomentamos un espíritu crítico en los lectores, pero los periódicos no publican las fuentes, la metodología y cómo han llegado hasta esos datos, lo que vamos a seguir es agrandando la desconfianza entre medios y lectores. En el momento en el que sean algo críticos, que es algo que queremos todos, van a decir “pero ¿esto de dónde lo sacas?” o “¿esto de dónde viene?”.

Hay temas, como los energéticos o de economía, en los que se sacan titulares con cifras que yo no me los voy a creer nunca si no me explican cómo han llegado hasta ese resultado. Nunca jamás, porque no puede confiar en una cifra que ha salido de un proceso complejo sin saber cuál ha sido ese proceso. Eso es parte del método científico.

S.Á.: ¿Cree que el uso de datos abiertos y sistemas de visualización facilitaría un análisis más objetivo de la información científica, tecnológica y social?

E.B.: La objetividad no viene del formato directamente. El formato también se puede manipular. Por ejemplo, el trabajo que hemos hecho en CIVIO sobre ¿Dónde van mis impuestos? busca ayuda a entender los presupuestos. Cualquier cifra que pase de diez mil euros es difícil de comprender sin contexto. Entender ese volumen enorme de dinero, cómo va y cómo se reparte, mejora cuando se realiza mediante una visualización y, sin embargo, es más difícil de explicar a través de un texto.

En el uso de visualizaciones hay un objetivo esencial que es intentar simplificar la forma de mostrar asuntos muy complejos, y esto, de nuevo, tiene mucho que ver con el método científico. Cuando nosotros hacemos investigaciones internacionales vinculadas al tema de acceso a medicamentos, basadas en investigaciones científicas, tenemos que convertir bases de datos que solamente entienden los especialistas en algo que pueda comprender un lector normal. Cuando tratamos tanta información, el objetivo debe ser acercar esa información para hacerla comprensible al ciudadano.

Foto: Daniel Barrera Muro.