Cómo la Realidad puede generar Universos Culturales para la Ciencia Ficción ¿Bienvenidos al Sarscovpunk?
Autores: José Luis Rubio Tamayo y Marina Serrano Pérez
En el contexto actual, y en estos últimos meses, la humanidad ha vivido -y siguen viviendo en algunas partes del mundo de manera dramática- un escenario de tintes distópicos, que, en muchos de sus aspectos, nos podrían traer reminiscencias de escenas y vivencias que hubiéramos podido asociar a una trama de un género de ciencia ficción. Algo que difícilmente hubiéramos imaginado que hubiese podido formar parte de la vida y el tiempo de que vivimos, en los que imaginamos y damos por hecho el formar parte de una sociedad segura, al menos, en algunos lugares del globo.
De las posibles amenazas imaginadas, muchas de ellas potencialmente reales (muchas descritas por la ciencia ficción) o, basadas en experiencias anteriores (relatadas en las páginas de los libros de historia): una guerra nuclear, la caída de un meteorito, una tormenta geomagnética, ha tenido que ser, por el momento una pandemia mundial (la Covid-19 provocada por el virus Sars-Cov-2) la que nos ha puesto ante el reflejo de lo frágil que es la sociedad humana, mostrándonos las grietas y las fallas de un sistema amplificadas con una lupa. Esta sensación de fragilidad momentánea (que todavía viven muchos países que se están viendo actualmente fuertemente golpeados por la pandemia) como si fuera un primer aviso de que otros eventos, aunque inusuales, también son altamente posibles y de hecho han ocurrido antes en la historia. Y, de algún modo, volverán a ocurrir.
Nos imaginamos un pasado lleno de turbulencias y un futuro distópico, pero, por el momento, hasta la fecha, pocos acontecimientos han venido a perturbar la normalidad de nuestro presente, más allá de movimientos sociales, conflictos de carácter mediático en lugares fuera de nuestro alcance, y por supuesto, avances sociales que han contribuido en mejoras sustanciales, a cuya continuidad no podemos renunciar.
Uno de los aspectos más relevantes, que han hecho avanzar la ciencia (de manera exponencial en las últimas décadas), ha sido, aparte de la aceptación del método científico como el mecanismo para llegar al conocimiento y verificar o invalidar hipótesis, su inclusión divulgativa dentro de la literatura, a través de los diferentes géneros de la ciencia ficción. Si nos centramos en géneros de ciencia ficción más específicos, dentro de los múltiples existentes, muchos de ellos aportan una visión de un periodo de la historia concreto, al mismo tiempo que la estética y la tecnología empleadas contribuyen a transmitir el zeitgeist de una época, sin dejar que la trama y la elaboración de todos los componentes de una historia pueda resultar de gran interés para el lector/espectador. Y le haga, en parte sentir algunos de los aspectos de la época en cuestión.
Minato, Japón, Alex Knight. @agkdesign
Así, por ejemplo, dentro de la ciencia ficción encontramos múltiples géneros, pero entre los que numeramos tienen especial relevancia porque reflejan bien, sin renunciar a elementos ficcionales, el contexto en el que basan la trama, normalmente un contexto histórico, con una estética bien definida, una problemática de conflictos en línea con el periodo histórico en el que se representan, y una tecnología y un estado de la cuestión de la ciencia que se enmarcan bien en el periodo que quieren representar. Entre ellos, principalmente, aunque existen muchos otros, hablaríamos de Ciberpunk, Steampunk, Dieselpunk y Atompunk. Pero también encontramos otros de menor repercusión, pero gran interés como podrían ser el Casette-Futurism (o Formicapunk) o el Solarpunk.
De entre estos cuatro subgéneros principales el Ciberpunk fue la primera estética denominada punk (dentro del contexto de la literatura) en nacer y fue la que dio lugar, posteriormente, a todos los demás géneros descritos mencionados. Surgida durante de los años 80 a manos de novelistas como William Gibson, Neal Stephenson y Bruce Sterling, respondía a las inquietudes existentes en la década, describiendo un mundo distópico en el que los individuos sobreviven bajo el control de las grandes corporaciones y la alta tecnología. Resumida en la frase “low life, high tech”, se basa en la tecnología de los microchips y la cibernética. Este avance tecnológico, en lugar de producir una mejora en la calidad de vida, sirve fundamentalmente para incrementar las diferencias sociales. Los protagonistas del género ciberpunk han perdido sus principios y su moral para adaptarse al mundo cínico en el que viven, un mundo caracterizado por la oscuridad, el metal oxidado, las calles sucias llenas de vagabundos, y prostitutas y el idealizado “mundo virtual” al que acceden a través de ordenadores que, hoy en día, nos parecerían con una estética y unas prestaciones anticuadas.
El Steampunk surgió en la misma década, si bien como una alternativa literaria más optimista y escapista, en la que la tecnología, basada en el vapor, es, fundamentalmente vista como un motor de progreso disruptivo que, al contrario que en el ciberpunk, los beneficios que puede aportar superan con creces a los inconvenientes. Los escritores se inspiraron en la época de la Revolución Industrial de la Inglaterra victoriana (mediados y finales del siglo XIX) para dotar a sus historias de mundos que fusionan la alta tecnología con el vapor y la combustión de carbón. El género literario se expandió y generó una estética propia muy definida (caracterizada por los engranajes y los mecanismos, los artefactos voladores, el hierro, el cobre y la madera, así como las ya referidas máquinas de vapor), y que alcanzó los ámbitos del arte, el cine, la moda…
El Dieselpunk es otra de las estéticas o géneros que alcanzaron más popularidad. Nace, fundamentalmente, como derivada del Steampunk. Este género se basa en la época de los años 20, 30 y 40 del siglo XX -el denominado periodo de entreguerras-, y en la tecnología diesel y la gasolina. Con un claro componente distópico, el estilo también toma inspiración de la mentalidad cínica del ciberpunk y del cine negro, y recurre a la Guerra Mundial como elemento narrativo y visual en numerosas ocasiones. Videojuegos como BioShock han utilizado y popularizado el género.
Por último, el Atompunk, a veces también llamado Raygun Gothic o Raypunk (aunque existen pequeñas diferencias entre ambos), se inspira en las épocas nuclear y espacial de los años 50 y 60. Refleja, al contrario que el Ciberpunk y el Dieselpunk, el futuro optimista que imaginaban en la época, caracterizado por el poder ilimitable de la energía nuclear que ha conseguido llevar a la humanidad a una suerte de utopía. El atompunk, a nivel estético, ofrece un punto de vista anticuado, inocente y optimista de un mundo en el que los humanos han colonizado otros planetas del universo y conviven con extraterrestres y robots en casas mid-century y googie llenas de artefactos de alta tecnología, al modo en que la gente del pasado imaginaba lo que ahora llamamos paleo-futuros.
Ahora bien, en el futuro se verá la época actual en perspectiva, con sus propias turbulencias y cambios sociales, y avances científicos y tecnológicos, por un lado, imparables. Por otro lado, con poca capacidad real o percibida de traer una percepción de transformación positiva en las vidas de la gente. Visto este contexto ¿No sería natural el surgimiento de un género literario de la ciencia ficción, con una estética propia, que pusiera de relieve todos estos problemas? Puede ser. Puede que dentro de unos años estemos hablando de literatura y género de ciencia ficción Sarscovpunk.
Jordan, Hong Kong, Sean Foley @stfeyes
Así, si el ciberpunk se basaba en un futuro distópico con una base estética fundamentada en los años 80, el steampunk en el final del siglo XIX, el dieselpunk en principio del siglo XX y el atompunk en la optimista época de postguerra, un hipotético género sarscovpunk tendría, más bien, como potencial fenómeno literario, inspiración en las tres primeras décadas del siglo XXI, en las que diferentes amenazas, aparentemente silenciosas, pero muy graves, están constantemente planeando sobre una civilización cuyo estado constante es una sensación de seguridad, no siempre real. Todo ello en un conglomerado social tan complejo e interconectado que lleva a que esa infraestructura sea de una gran fragilidad.
Los rasgos fundamentales de una hipotética literatura sarscovpunk describirían, con licencias narrativas, una visión distópica de la sociedad desde principios de siglo XXI hasta los años 30, sin obviar los avances científicos y tecnológicos que se han producido, y los que se pueden producir. Así, no deja de ser una descripción de las problemáticas que nos aquejan como sociedad actual, de los retos pendientes, de los avances de la ciencia y la tecnología. En el contexto real que reflejaría este relato, la sociedad está muy tecnificada, y en algunos lugares de la tierra se vive una de las épocas más prósperas jamás vistas. No obstante, esa burbuja es irreal y frágil.
Es un mundo en el que las pandemias y otros desastres son, a menudo, impredecibles y en gran parte consecuencia de la depredación de la naturaleza llevada a cabo por la civilización. Es un escenario confortable y a la vez inestable en el que problemáticas como el calentamiento global, la destrucción de empleos por la globalización, la esperanza, y al mismo tiempo inquietud, por tecnologías como la robótica y la inteligencia artificial, la cuestión de la privacidad o la vigilancia, etc. Este contexto, además, nos viene a decir que la ciencia, con sus tiempos, tiene capacidad limitada para abordar problemas actuales. Y, sin embargo, es el único método para enfrentarse a cualquier reto que pueda resultar en una amenaza, y para conseguir que la sociedad continúe avanzando, junto con la digitalización y el progreso de la tecnología.
Las características de un escenario de estética sarscovpunk, serían, entre otras, y a nivel general, las siguientes, y estarían basadas en eventos y en la estética actual:
- Indumentaria: mascarillas futuristas, gafas de sol, gorras, shorts y ropa veraniega deshilachada, zapatillas deportivas, tatuajes recurrentes en los hombros y en los muslos. Equipos de protección en muchos de los personajes, fundamentalmente en hospitales.
- Una enorme polarización ideológica, que hace inevitable el enfrentamiento en visiones de cómo debería ser el mundo. Este enfrentamiento se presenta a diferentes niveles, ideológico, geoestratégico, etc.
- Una enorme dicotomía entre conocimiento científico y la facilidad que tienen las fake news y los bulos para propagarse (de forma análoga a la que lo hace el virus). Estas fake news y bulos serían el equivalente a las supersticiones contra las que la ciencia ha tenido que enfrentarse a lo largo de la historia, y también en la literatura.
- Un imparable avance del conocimiento científico y tecnológico, que, sin embargo, no sirve como una solución fácil para afrontar los problemas de la época.
- Una sensación permanente de estado de alarma y de limitación de libertad. Una sensación de que la libertad de movimientos es efímera y nunca está bajo nuestro control.
- Un estado de shock permanente en el que el estado del conocimiento está en constante evolución.
- Representación, a menudo, de calles vacías, animales ocupando el espacio humano, conflictos por la escasez del espacio y los recursos.
- Colapso de algunas sociedades, sobre todo de aquellas que se encuentran concentradas en núcleos poblacionales con alta densidad.
- Hospitales representados como centros asépticos, modernos, impersonales, futuristas y al mismo tiempo espacios que revisten un peligro. Se presentan a menudo con trabajadores cubiertos con trajes especiales. Al mismo tiempo son espacio de progreso y conocimiento.
- Los virólogos y los epidemiólogos, así como otras autoridades científicas, sufren el fenómeno popstar. Sin embargo, son los expertos necesarios para dar a conocer la ciencia. Se pone en evidencia y de relieve esta dicotomía entre la necesidad de comunicar y la necesidad de que sea la ciencia la que aporte soluciones.
- Los problemas vigentes desde hace siglos, como el racismo, el machismo, la homofobia, siguen, por suerte, estando en la agenda, y, a pesar de algunos de los logros obtenidos con respecto a épocas anteriores, se siguen buscando nuevas formas alternativas virtuales para reivindicar nuevos avances en una sociedad más compleja.
- A menudo se representan escenas en las que se palpa una sensación de calma en medio de una amenaza (gente de vacaciones, en el campo…), en contraste con los centros asépticos de los hospitales o las ciudades vacías. Se muestran, también recreaciones de espacios idílicos en los que la humanidad se siente a salvo, pero que, a la vez, se representa toda esa fragilidad.
El conocimiento de la realidad es una de las mejores formas de crear cultura científica. Y el hecho de que la ciencia y lo que podría llegar a aportarnos entre a formar parte de la literatura (ciencia ficción) nos acerca más al propio conocimiento científico, y nos permite verlo desde diferentes enfoques y perspectivas, ateniéndonos siempre al método científico. Y el hecho de que la sociedad actual presente, de vez en cuando, escenas que sólo podríamos imaginar en historias de ciencia ficción, hace más necesaria, si cabe, la ciencia y la divulgación de la misma.
Así pues, puede ser interesante esta reflexión sobre cómo puede ser, en un futuro, representada la época actual dentro de un contexto de ciencia ficción, mostrando los avances, las inquietudes, y las contradicciones surgidas en la época, y usando el poder de hipérbole, narrativo y estético de la ciencia ficción para acercar a la gente al conocimiento histórico y científico, y a la forma de sentir de una época determinada.
Cheng Feng @chengfencrecords