Voces: Francisco García García
Presidente de la ASECIC
Conceptualización de la comunicación
Juan Romero-Luis: Como presidente de dos asociaciones vinculadas con la comunicación la ciencia, la ASECIC (Asociación Española de Cine Científico) y la asociación científica Icono14, nos gustaría conocer su opinión sobre el papel de la comunicación dentro de los planes de investigación competitivos.
Francisco García: Bueno, yo creo que la comunicación en relación con la ciencia deja muchos aspectos abiertos. No solo consiste en difundir; al mismo tiempo que comunicamos estamos generando más información, pero también descubriendo muchos aspectos que la ciencia en sí misma no haría si no tuviera el efecto que la comunicación ejerce sobre ella.
La comunicación consiste en transmitir información y hay que definir esa información para transmitirla. Por tanto, este es el primer punto importante para la relación entre ciencia y comunicación. Creo que todo proyecto de investigación debe de llevar un apartado de comunicación porque si no se quedaría en sí misma. Y la ciencia empieza a generar riqueza de pensamiento y transmisión de ideas cuando se difunde.
Por último, creo que los proyectos de investigación necesitan de la comunicación y necesitan que aparezcan en el origen. Cuando se hace el propio diseño de la investigación deben de contemplarse también la creatividad que conlleva la comunicación porque genera aspectos de innovación que quedarían desapercibidos por la propia ciencia. Y al mismo tiempo es un catalizador, una llamada al saber más y al saber entenderse mejor. La comunicación no es solamente hacia fuera sino hacia el mismo proyecto.
J.R: Esto sería lo ideal. Que todos los proyectos de investigación tuviesen su apartado de comunicación. ¿Pero se está haciendo?
F.G: Creo que no. De alguna manera estamos desaprovechando el potencial de la comunicación para incluirla adecuadamente dentro de los proyectos, o cuando se incluye para hacerlo de la manera más eficaz. Y es que no se trata de hacer un cumplimiento solamente formal, sino de que se entre en el corazón de la cosa, en que permita producir conocimiento. Y para ello se pueden utilizar todas las estrategias de comunicación disponibles. Pero si se usan de una manera superficial o pasiva no se habrán logrado los conocimientos ni muchísimo menos los fenómenos y efectos de la comunicación en sí.
Foto: Daniel Barrera Muro.
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Planificación de la comunicación
J.R.: Pasando ahora al proceso de planificación de la comunicación de un proyecto de investigación, ¿qué papel juega esta fase? Si es importante, ¿en qué medida se realiza una buena planificación?
F.G.: Bueno, creo que la comunicación tiene que estar planificada. Pero no solamente tiene que estar planificada en sí misma si no que la comunicación debe considerar una serie de procesos, el último de los cuáles podría ser la transferencia de información y la transferencia también de resultados de esa investigación de forma muy aplicada e interdisciplinar.
Eso por supuesto, pero tiene que hacerse esa planificación teniendo presente el propio diseño de la investigación. Para cada elemento, para cada momento de la investigación, se necesita también contemplar la comunicación. Una comunicación interna, en el seno de los propios grupos, porque suele dar cohesión. Una comunicación externa porque diríamos que anticipa expectativas de lo que va a generarse después. No es lo mismo obtener o transmitir resultados sin haber propuesto en qué va a consistir la investigación que habiendo hecho esa propuesta.
Por tanto, planificación en general. De los distintos modos, formas, formatos, etc., y de la comunicación de la inclusión de la ciencia. Tanto de una manera interna, porque va a estar afectando a mejores resultados, como de una manera externa porque va a remover interés y expectativas. Así será mucho más fácil que la ciencia sea comprensiva. Uno de los grandes problemas que tiene la ciencia en general es cómo traducimos los mares del sur en su cartografía en azul intenso. Quiero decir con esto que la ciencia está muy dotada para ser transmitida, pero a veces no hemos encontrado el modo cartográfico, valga la metáfora, para transmitirla, para que nos emocione, para que nos alcance ese valor de azul transparente turquesa de los mares del Sur.
Todo proyecto de investigación debe de llevar un apartado de comunicación. La ciencia empieza a generar riqueza de pensamiento y transmisión de ideas cuando se difunde
J.R.: ¿Cree que esa planificación contempla todos los grupos de destinatarios de los resultados de investigación de un proyecto: investigadores especializados, sector empresarial, entidades y organizaciones del tercer sector, sector educativo o la ciudadanía en general?
F.G.: Cuando se hace la planificación tenemos que tener en cuenta también dos elementos importantes de la comunicación: por una parte, quién comunica, y quién comunica bajo muchos aspectos: formalmente quién comunica, quién es la fuente…, y digo quién porque creo que tienen que ser personas, no solo instituciones; y a quién se comunica, y digo igual: a quién: a personas, aunque las personas constituyan grupos, por supuesto. En realidad, lo que creo que no plantea muchas veces bien, porque no se estudia, es cuáles son los públicos objetivos a los que nos dirigimos.
Hay una información que es especializada, pero esa información especializada lleva a la definición de públicos específicos. No es lo mismo que yo me dirija a un profesor que va a estudiar la forma de transmitir la ciencia dentro de su ámbito educativo, y que tiene que cumplir unos objetivos concretos, a que me dirija a una fundación, a una asociación o al tercer sector. Cada uno va a exigir un modo especifico porque cada uno entiende el mundo de una manera distinta y la ciencia es tan plural, tan capaz, que puede ser entendida de distintas formas.
Por último, hay un público general que es la base de todos los públicos. Ese público general sobre todo lo que tiene que adquirir es conciencia. Por ejemplo, en temas de reciclaje, yo no puedo interesarme o comprender proyectos o informaciones más específicas, si previamente no he entendido las razones de peso que hay detrás. Si no, la atención a estas comunicaciones específicas se convierte en una acción mecánica cuyo efecto va a desaparecer inmediatamente.
Por tanto, el conocimiento de la ciencia es un conocimiento que nos obliga, es un conocimiento que tiene una razón métrica para todos los usuarios de la ciencia: para el que genera estudios, para el que investiga en proyectos de calidad, pero también para aquellos que lo reciben. y sobre todo para toda una sociedad que tiene en la ciencia un modo esplendido para comprometerse ética y emotivamente. Por tanto, veo que esta es una acción que debe ser estudiada también desde el origen y que la responsabilidad de los investigadores se convierte también en una responsabilidad de los comunicadores, y he ahí otra de las grandes cuestiones que surgen. El investigador debe ser buen comunicador, pero también es necesario que haya comunicadores que se dediquen específicamente a la difusión de la ciencia; ambas figuras deben complementarse.
Los periodistas con la investigación de la ciencia para la difusión, y los investigadores científicos sabiendo que la ciencia está orientada al ser humano y que, en parte, y más que en parte, es un servicio que debe llegar a todo el mundo.
La comunicación científica es una acción que debe ser estudiada también desde el origen y la responsabilidad de los investigadores se convierte también en una responsabilidad de los comunicadores
Foto: María Bastida.
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Desarrollo y difusión de las acciones
J.R.: Las acciones de comunicación y difusión pueden ser muy amplias y tomar muchos caminos diferentes, ¿considera que las acciones de comunicación que se desarrollan en los planes utilizan eficazmente los recursos y canales actualmente disponibles?
F.G.: Bueno, efectivamente la comunicación al final termina siendo una acción y toda acción es un discurso. Por tanto, el modo en que se lleva a cabo esa acción está influyendo en el concepto que se tiene de la ciencia. En el concepto que se quiere transmitir y, a su vez, cada discurso se convierte en una acción.
Esto haría que las acciones y los discursos estuvieran realmente en perfecta interacción. No es así, obviamente, porque entre otras cosas tal vez nos falte el convencimiento de que cuando estamos transmitiendo algo nos encontramos desarrollando una acción. El problema es que, generalmente, pensamos que estamos comunicando, pero cualquier discurso que se utiliza es una acción. Ahora bien, creo que hasta el momento dentro de la difusión de la ciencia han tenido muchísima importancia los congresos y los seminarios. Creo que son el punto de mayor cercanía también al público, aunque ese público sea tan especializado como los propios investigadores y sea un proceso en el que se comunican entre ellos lo que han hecho. Es una forma esplendida de empezar a producir diseminación.
La información de la investigación debe ser eficaz. Pero esa eficacia va a depender en gran medida en la forma en la que sea accesible
Pero a su vez, claro, están los medios de comunicación y están las revistas y están los últimos usos de las tecnologías y de los programas informáticos que se adecuan a esa comunicación y a esa nueva difusión. Una vez dicho que los congresos y los seminarios tienen un valor incalculable, tengo que decir que las revistas científicas lo tienen incluso más.
Lo único que estas dos formas de comunicación afectan generalmente a usuarios que pertenecen al ámbito científico y al ámbito específicamente científico. Por ejemplo, los médicos organizan congresos de médicos y seminarios de médicos con alguna inclusión interdisciplinar de comunicadores. Y en las revistas sucede exactamente igual, creo que se cierran mucho en el objeto y en el servicio que tienen que hacer y creo que son además de máxima utilidad, pero no suelen ser permeables a otros públicos como tampoco lo son, en muchas ocasiones, ni si quiera dentro del ámbito científico en áreas próximas.
Por ejemplo, en el área de la comunicación, entendiendo la comunicación como ámbito de conocimiento, el área de periodismo hasta hace poco no tenía mucho que ver con el área de las relaciones públicas.
Ahora se han dado cuenta que a través del periodismo a través de lo que se informa se están haciendo relaciones públicas y a su vez también generan formas interesantes las relaciones públicas. No en el contenido, porque si no entraríamos ante un problema que terminará siendo un problema ético. Pero si en la capacidad que tienen para hacerla más accesible y más eficaz. Yo creo que la información de la investigación debe ser eficaz. Pero esa eficacia va a depender en gran medida en la forma en la que sea accesible. Y cuando uno accede a determinadas formas es porque han resultado más eficaces que otras, o más fáciles.
Entonces, yo tengo muchas dudas sobre hasta qué punto se están eligiendo actualmente estos modelos accesibles para la difusión de la ciencia. Es verdad que los que he citado son de interés, pero, por ejemplo, qué poco trabajado está el análisis de las preguntas que la gente se hace sobre la ciencia y las respuestas que tiene la ciencia sobre esas preguntas; o qué poco se están preguntando los científicos, a veces en algunas ocasiones sí, sobre las necesidades que tiene la propia sociedad.
Hay ámbitos que la comunicación puede poner al servicio de la ciencia para este propósito, como programas o espacios en los que ambos se pudieran encontrar. Otro aspecto de interés para reflexionar está relacionado con el modo de la frecuencia y de las interconexiones y de las intertextualidades. La frecuencia creo que no responde sólo a la construcción narrativa de orden, qué es lo más importante que aparece, o aquello que nos parece más importante que aparezca primero. Ni de desorden tampoco, porque creo que habitualmente se da todo hecho al receptor, y ese darle todo hecho hace que, al final, ni siquiera comprenda el mensaje científico que se le propone. Si no hay una participación activa, poco vamos a poder transmitir en profundidad. Se pueden hacer capas de aparente conocimiento, pero no en profundidad.
Foto: Daniel Barrera Muro.
Evaluación
J.R.: En último lugar, nos gustaría conocer su opinión sobre los procesos de evaluación de este aspecto de la comunicación de los resultados de los proyectos de investigación.
F.G.: Bueno, creo que en general se evalúa poco y se evalúa mal, ambas cosas. Tiene que ver un poco con el principio de conocimiento teórico-práctico de en qué consiste en realidad la comunicación y en qué se fundamenta una comunicación eficaz.
En definitiva, creo que será eficaz si ha sido comprendida y si nos lleva a la realización de acciones posteriores. En esas acciones ulteriores hay un amplio rango adaptable a las posibilidades y ámbitos de actuación de cada uno. No se le puede pedir a un investigador una determinada acción que está lejos de su función porque también es importante saber que hay muchas funciones especializadas dentro de la investigación. Vemos la investigación como un bloque y no lo es, porque supone un conjunto de interacciones entre los propios medios.
Generar diseminación es complejo porque para que esta se produzca tiene que realizarse una repetición diseminada cíclica; es decir, que fijas un foco de acción, unos medios, unos procesos, etc., pero luego debes ajustar esto a los resultados que vas obteniendo para realizar las nuevas acciones. Además, esta investigación, esta comunicación diseminada ha de serlo en todos los ámbitos. Es una especie de lluvia fina, y esa lluvia sí que produce capacidad de cambio, enriquece, moviliza la semilla que la ciencia da.
¿Tendrá valor además? Hablo de la eficacia cuando esas semillas empiecen a germinar y empiecen a dar frutos. Esos frutos no son estancos, no se quedan en un lugar donde dice: bueno ya hemos conseguido que conozca; no basta con eso. Ese conocimiento genera un nuevo proceso en el que aparece la educación de nuevo. Porque educar a los medios ya no nos vale solo; necesitamos educar para que la ciudadanía tenga competencias útiles para la propia vida, de la vida en general donde aparece también la investigación y los temas de relevancia social que esta aborda.
Y una competencia de saber leer los resultados de la investigación no es pequeña. Hablando de diseminación son muchas cosas y la actividad, para que sea eficaz, debe facilitar esa transmisión constante de resultados. Es la circularidad de la ciencia. Una ciencia que ha resuelto un problema pero que si se queda ahí no ha resuelto nada. Porque las necesidades avanzan, la propia ciencia exige más y el propio diseño de la acción te lleva a avanzar en la investigación, a progresar profundamente. Creo que en la evaluación es relevante, también, reconocer si se definieron bien los problemas, porque esto ya es evaluación. Cuando yo evalúo necesito conocer cuál es el problema que se quería abordar y cómo se ha resuelto ese problema; toda investigación aborda elementos problemáticos y plantea una forma para resolverlos.
Foto: María Bastida.
Ser eficaz en la comunicación eficaz de la ciencia requiere conocer si esta ha sido transmitida a más gente y cómo el conocimiento generado ha sido integrado en el saber de los nuevos proyectos que se plantean. En esa idea que citábamos de la circularidad de la ciencia es esencial reconocer y comunicar cuál es el avance que se produce en los grandes temas de estudio, cuál es el grado de resolución de esos problemas. Se trata de un objetivo importantísimo para todas aquellas instituciones, por supuesto las del Estado, pero también las particulares.
En general, creo que no se hace evaluación, al menos una evaluación profunda. Se hace una evaluación muy superficial; algo que sirve para salir del paso e incluso para decir al Ministerio por qué te haya dado el proyecto. Yo no estaría muy de acuerdo con que las medidas que se utilizan habitualmente para el análisis de difusión publicitaria o informativa, como por ejemplo saber cuántos siguen tal cuestión, sean válidas. Porque tenemos que considerar que esos públicos de los que hablamos antes comprenden una gran diversidad: desde la sociedad en su conjunto, a los investigadores específicos que están trabajando en ese campo; y conocer este impacto no es algo sencillo.
Por otra parte, cabe preguntarse qué nos aporta individualmente la comunicación de la ciencia, desde un punto de vista más profundo. Por ejemplo, el cine nació como todo un conjunto de investigaciones que tenían que ver con la química, con la física, con la psicología, con la sociología…; en definitiva, con muchas cosas que se integraban, además, con la imagen. Es decir, la imagen en sí misma no sirve solo para difundir, sino que sirve especialmente para indagar en la naturaleza de los objetos a investigar y darnos una razón de ellos. Es una representación, es un valor y sobretodo un instrumento para la ciencia. Para la misma ciencia, no solo para su comunicación.
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